Diario de viaje es una sección puntual de Diarios de un ex-millennial en la que publico las cosas que escribo cuando estoy de viaje. No hay mucho material, así que esparciré estos diarios en el tiempo. Si te gusta, me ayuda que compartas la publicación :)
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18 de mayo
Es en esta ciudad que me habla, cuando la piso sin compañía, que se me nublan los pensamientos y me entrego a la desidia y me dejo llevar por ese yo que no soy, acaso un reflejo filtrado entre los rayos de sol que me queman la espalda al bajar otra cuesta de la siete veces luciente Lisboa.
Aquí me digo que quiero volver y escribir esa historia que nunca sale.
Es aquí que abro otra libreta porque las palabras ansiaban estamparse en estas páginas delineadas, de la misma manera que se estampan esas fachadas color pastel en mi retina cuando bajo por la rua da Misericórdia; ya mi respiración se queda embargada y mi peso se aligera: esta ciudad es bonita en movimiento, o será que de otra manera no sé vivirla, de otra manera no sé vivir.
Estoy sentado en el café austríaco y me doy cuenta de las palabras absurdas que uso para llenar papel. Y, aun así, aquí estoy, poniendo letra tras letra. Esa desidia de antes, ahora escondite tras la tinta que arrojo sobre el papel, es la que me tiene angustiado por el tiempo perdido. Ese tiempo que no uso para leer, aprender, nutrirme, y poder entonces escribir, instruir, consagrarme. Qué triste esta idea de lo que valgo soportado por las palabras que algún día otros podrían leer.
Todas estas notas, las que aquí aparecen y las que destino a mi iPhone, son como mi preparación, ritual desordenado que me alistaría para un futuro camino literario que tiene pinta de no llegar nunca.
Está claro que la palabra «preparación» no se ha introducido al azar. Esta obsesión reciente es tal vez la explicación de una vida a la espera de su momento, un viaje en busca del reconocimiento ansiado, cuyo destino, al revés del de Gama y Ullises, no llega nunca. Cuya gloria no se alcanza porque las oportunidades no están. Porque, por otra parte, esa brillantez tan pregonada no es tal: yo, al contrario de esta ciudad, no sólo no brillo sino que ni tan solo reflejo. ¿Me reconozco?
Después de tanta tontería, tan vacía, también podría ser que necesitara una excusa para comprarme otra libreta.