He estado leyendo los tips de Dr. Ruth para una vida feliz y creo que estoy fracasando a tope. En cualquier caso, creo que me quedo con el consejo final, cliché donde los haya:
In order for the turtle to move, it has to stick its neck out
Doy gracias a mi terapeuta por animarme a seguir sacando la cabeza y a meterme en situaciones en las que siempre me da pereza encontrarme (como la fiesta de Fucking Young! del viernes en el Edition), pero en las que acabo cruzándome con gente maja y haciéndome fotos en la escalera, ni que fuera yo un cool kid. He salido de casa, bebí una copa demás y cené en el Burger King, que en el fondo era lo único que quería esa noche. Gracias, Dr. Ruth, gracias terapia: por un Whopper sin culpa.
A raíz de todo esto, he pensado que hoy contestaría al cuestionario Proust: he visto por ahí a varias personas cool contestándolo. Me lo he leído y he decidido que ni hablar. Empecé a leer a Proust (de verdad) hace un añito, cuando empecé el primer volumen de En Busca del Tiempo Perdido. Hablé sobre Proust enamorado en otro diario, un Proust transparente, que veo opuesto al del cuestionario. (El relato del que hablo en ese otro diario forma parte de los textos descartados por él mismo de Los placeres y los días por ser demasiado invertidos.)

Me siento raro contestando a un cuestionario que se montó un Proust adolescente quizá para ensayar su(s) identidad(es). Más que sus respuestas, dicen más de él las preguntas que se hace, las preguntas cuyas respuestas lo definirán ante el espejo antes de poder presentarse ante los demás. Todo esto me lo invento, pero podría ser así, ¿verdad? Me cuesta contestar porque me imagino a mí mismo con esa edad frenando todo lo que no quiero que salga —mi deseo galopante hacia los hombres— y cubriéndolo con poesía o más bien, para qué mentirnos, verborrea. ¿No haría Proust un poco de lo mismo? Además, hay suficiente(s) yo en estos diarios, como para ponerme a construir otra personalidad desgranada de viñeta en viñeta.
Aquí el cuestionario, para matar la curiosidad de quien no lo conozca:
Ma vertu préférée
Le principal trait de mon caractère
La qualité que je préfère chez les hommes
La qualité que je préfère chez les femmes
Mon principal défaut
Ma principale qualité
Ce que j’apprécie le plus chez mes amis
Mon occupation préférée
Mon rêve de bonheur
Quel serait mon plus grand malheur ?
A part moi-même qui voudrais-je être ?
Le pays où j’aimerais vivre
La couleur que je préfère
La fleur que je préfère
L’oiseau que je préfère
Mes auteurs favoris en prose
Mes poètes préférés
Mes héros dans la fiction
Mes héroïnes favorites dans la fiction
Mes compositeurs préférés
Mes peintres préférés
Mes héros dans la vie réelle
Mes héroïnes préférées dans la vie réelle
Mes héros dans l’histoire
Ce que je déteste le plus
Le personnage historique que je déteste le plus
Les faits historiques que je méprise le plus
Le fait militaire que j’estime le plus
La réforme que j’estime le plus
Le don de la nature que je voudrais avoir
Comment j’aimerais mourir
L’état présent de mon esprit
La faute qui m’inspire le plus d’indulgence
Ma devise
Claro que en mi cabeza he respondido a algunas de ellas. Contestar al cuestionario Proust es como contestar a las 73 preguntas de Vogue, but make it intellectual. Mi pregunta favorita de Vogue es la que le hacen a Donatella —y su respuesta— sobre si prefiere heels or flats. What a question! La más reveladora es, sin embargo, la de «la parte más difícil de su trabajo», en la que admite que le cuesta escuchar a su equipo, justo después de afirmar que su equipo es también la parte favorita de su trabajo. Esta contradicción es un atisbo de honestidad refrescante en la moda y tal vez por eso Donatella se ha ganado un lugar especial en el imaginario de tantos: su máscara, de alguna manera, no tapa su autenticidad o, podría casi decirse, llega a ensalzarla.
La identidad auténtica y effortless es corrosiva y siembra la necesidad de las máscaras. (Ay, Donatella, los derroteros por los que me llevas.) Lo ha capturado bien Gwenda-lin Grewal: «Maybe with concealer, we can reveal who we truly are».
La máscara que compramos para poder ser nosotros mismos, eso que no sabíamos que necesitábamos ser, que necesitábamos demostrar.
Traicionando al yo de antes, contesto a dos de las preguntas de Proust y digo: la generosidad. ¿Mentiré?
La qualité que je préfère chez les hommes
La qualité que je préfère chez les femmes
La identidad se percibe como algo fundamental y casi inamovible, una verdad estática dentro de uno mismo. La persona generosa, sin embargo, lo es según sus acciones, así que podríamos casi decir que se transforma cada vez que es flexible a raíz del otro. ¿Pierde la identidad?
Consejos vendo y para mí no tengo.